Una de las mejores cosas que se pueden disfrutar en La Vera y el vecino Valle del Tiétar abulense es darse un baño en pozas de agua cristalina. Natturea y TrackGre2Sur llevan un año organizando actividades de naturaleza en este territorio “transfronterizo” entre ambas Castillas y Extremadura, y algunas de ellas transcurren cerca de cauces de ríos y gargantas, perfectamente aptas para darse un buen chapuzón al terminar la actividad.
Una de las ventajas de contar con guías locales es esa: que conocen rincones con encanto más allá de los que todo el mundo conoce. El río Arbillas, situado en las cercanías de Poyales del Hoyo, ha sido tradicionalmente una de las zonas de baño más desconocidas por estar lejos de los grandes núcleos de población de la zona y por la fama de tener una de las aguas más frías de Gredos. Eso último es cierto, en realidad, porque es de los pocos que cuenta con vegetación de ribera que contribuye a mantener baja la temperatura y con buenos niveles de oxígeno el agua, de modo que favorece la vida acuática en el verano.
En los últimos tiempos, este río se ha puesto “de moda” por las actividades de descenso de barrancos que se están haciendo en un tramo de su cauce. Y se habla de río, no de garganta… Esto le llama la atención a mucha gente, que también por eso lo descarta como zona de baño, porque vienen buscando las famosas gargantas veratas. Es curioso, pero este cauce supone la frontera entre ríos y gargantas…aguas arriba del Tiétar, desde la zona de Poyales hacia el inicio del cauce del gran río que tenemos en estos Valles, la mayoría de los afluentes se llaman ríos, en los pueblos del Alto y Medio Tiétar. En cambio, en la zona del Bajo Tiétar y La Vera, a partir de Candeleda aguas abajo, los afluentes son Gargantas.
El caso es que hay pozas muy agradables para darse un buen chapuzón en el Arbillas y una de ellas es la que los hoyancos (o joyancos) más mayores llaman el charco del Caracol. Está situado justo debajo del famoso charco de los Médicos, que todo el mundo conoce por ser el de la gran cascada que se ve desde la carretera vieja que va desde Candeleda a Arenas de San Pedro (AV924), al que se accede desde la zona de aparcamiento situada en la misma carretera, justo por debajo del Puente de la Lozana.
Este otro, en el que desemboca esa cascada, también se ve desde la carretera, pero la zona de acceso está pasado algo más de 1km desde Poyales en dirección a Arenas, una vez pasado el Restaurante El Rinconcillo, a mano derecha por un camino de tierra que lleva a un antiguo hostal, donde también hay una zona de aparcamiento. Al acceder a ese camino, se llega a lo que era hace siglos un cordel de ganado, el Camino Viejo de Poyales a Arenas, y que tiene continuidad en todo el Valle del Tiétar y La Vera. Lo sustituyó la C501. Es un camino precioso, marcado en parte, porque se usa en varias rutas de senderismo señalizadas como la de “A vueltas con Gredos” o la GR-180.
Una vez se deja el coche en el parking, andando pocos metros se puede uno sumergir en el pinar de pino resinero que rodea ese tramo del río, pero mezclado con el bosque de ribera compuesto de alisos, hiedra, durillos, madroños y enebros. Junto con el olor del pino y la jara y el sonido del agua, es una delicia para los sentidos.
Enseguida se llega a un puente aún más antiguo, llamado el de Fernando VII o Puente Viejo de Arbillas, que en realidad construyeron los vecinos de Poyales para salvar el cauce del río, como bien dejaron grabado en una de las piedras del muro de protección en la zona central del puente. Otra cosa curiosa…esto sigue pasando hoy día, ya que Poyales carece de término municipal y suelen ser los propios vecinos, abandonados por las administraciones competentes, quienes acaban teniendo que solucionar los problemas que surgen, como fue en aquellos tiempos la construcción del puente.
Justo antes de ese curioso puente, sale una senda que lleva a un molino abandonado en una maraña de hiedra y durillo. Es el molino del del Tio Maxi Papao. Está en ruinas, como todos los que hay cauce abajo, por lo que conviene tener cuidado al asomarse a verlo y desde luego, respetar las piedras, que son un importante patrimonio etnográfico. Pero es un sitio mágico. Igual que el charco al que se llega continuando un poco más adelante por la senda.
En un momento, se llega a la zona donde desemboca la cascada y si el caudal no es muy fuerte, nadando se puede llegar debajo del chorro, y el masaje en los hombros es mejor que el de cualquier spa de lujo.
Conviene no olvidar que el rio Arbillas es una Reserva Fluvial, y como todos los ecosistemas acuáticos, es frágil, y cada vez más por la falta de nieve en la Sierra y por la masificación veraniega. Hay que ser respetuoso con las especies que encontremos en el charco, como peces, culebras, libélulas o el mirlo acuático, porque ellos viven ahí siempre. No se puede hacer fuego, ni dejar basura, ni arrancar plantas o musgos. Solo de esta forma se podrá seguir disfrutando del río en el futuro.
Natturea
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