El hipérico, planta salvaje de La Vera de Gredos de gran utilidad.

Autor Miriam Díaz Demelsa
Hipérico o Hierba de San Juan (Hipericum Perforatum)

El hipérico o hierba de San Juan (Hypericum perforatum es su nombre científico) es tan abundante en La Vera de Gredos que parece una mala hierba. Pero esta planta, que florece en los meses de sol más intenso, tiene multitud de usos y puede ser fácilmente recolectada y aprovechada. Crece especialmente en las veredas y los caminos de la zona y, como indica su nombre, sus flores aparecen alrededor de la fiesta de San Juan hacia finales de junio, aunque varía con el año, con una floración que continúa durante gran parte del verano.

El hipérico desde hace siglos es considerado uno de los antiinflamatorios y regeneradores de la piel más potentes. Hipócrates, famoso médico de la Antigua Grecia, ya lo recomendó como remedio refrescante y antiinflamatorio y en La Vera se ha usado históricamente para curar las heridas de personas y animales. Sus propiedades curativas eran conocidos en algunas familias, que guardaban el secreto de su preparación medicinal celosamente para no perder su consideración de “brujos” y pasaban sus conocimientos de generación en generación. Más recientemente, se ha descubierto la utilidad del hipérico en el tratamiento de la depresión y la ansiedad, gracias a los efectos farmacológicos de la hipericina y de la hiperforina que contiene, indicación que ya ha sido validada por las agencias de salud de varios países como Alemania y EE.UU.

Hojas del hipérico

Para poder aprovechar los usos medicinales del hipérico, se recolectan sus flores y sus primeras hojas, siempre eligiendo plantas que crecen a un mínimo de 20 metros de los caminos para evitar el polvo y la contaminación con metales pesados de los coches. Se puede reconocer la planta, y distinguirla de otras plantas parecidas como el orégano o la hierba de Santiago, por su flor de 5 pétalos de un amarillo dorado con pequeñas motas negras en sus bordes, y por las pequeñas perforaciones en sus hojas, de las que proviene su nombre en latín y que en realidad son bolsas de aceite esencial. Al aplastar entre los dedos alguna de sus hojitas, su savia anaranjada deja una mancha en la piel.

A continuación, se prepara una maceración en aceite de las flores y hojas recogidas al introducirlas en un recipiente transparente de cristal y cubrirlas en aceite de oliva. Se debe dejar el recipiente tapado preferentemente al exterior, donde le llega la luz de sol durante el día y la luna durante la noche, durante 40 días sin molestarlo. El aceite resultante tendrá un color rojo-granate gracias a la savia de la planta, y ya se puede aplicar sobre quemaduras (de sol por ejemplo) y heridas, o ingerirla. Tiene un sabor muy peculiar pero no desagradable.

Aceite de hipérico al inicio de la maceración
Aceite de hipérico al final de la maceración

No obstante, hay que tener en cuenta que la hipericina que contiene el hipérico, un pigmento heliántrono de color rojo encarnado y fluorescente que se encuentra en las manchas negras dispersas en la superficie de las hojas y pétalos florales de la planta, la convierte en una sustancia fotosensible. Al exponer la piel al sol tras haber ingerido la planta o haberse aplicado su aceite tópicamente, aparecen manchas de pigmentación. Por lo tanto, hay que lavarse bien la piel después de haber aplicado el aceite y antes de tomar el sol, y evitar exponerla al sol sin protección solar si se ha ingerido hipérico. Para los tratamientos orales con hipérico, siempre se deben seguir los consejos de un especialista o seguir las pautas sobre su posología en los comprimidos comprados en farmacia, también para evitar su interacción con otros medicamentos.

Miriam Díaz Demelsa, fitoterapeuta de Villanueva de la Vera

www.miriamdemelsa.com