El pimentón de la Vera tiene el honor de situar esta región en el mapa mundial gastronómico.
Existen gran variedad de pimientos molidos, pero el de La Vera es el único pimiento molido ahumado. Esta peculiaridad en su proceso de elaboración es lo que le confiere ese aroma y sabor tan genuino y apreciado, y que hizo que en 1991 obtuviera el sello de calidad «Denominación de Origen».
El epicentro del cultivo de este fruto de la huerta de la familia de las solanáceas es Jaraiz de la Vera. Aquí residen las principales y tradicionales empresas del sector, como Dalia, negocio familiar fundado en 1913. Al entrar en su fábrica nos encontramos con la foto en blanco y negro de su fundador, Valeriano, con traje a rayas y corbata, en su propiedad de 400 hectáreas dedicadas al cultivo del pimiento rojo.
Gran parte de los campos de cultivo de pimiento se extienden hasta el río Tiétar, bordeando el perímetro sur de La Vera. Los frutos crecen en un terreno fértil y bien regado, ligeramente arenoso, un microclima con inviernos y veranos suaves donde los robledales se alternan con olivares y variedad de frutales. En total son 1.300 hectáreas dedicadas al cultivo de la planta que dará origen al pimentón. La recogida se realiza entre septiembre y octubre, normalmente tras las abundantes lluvias otoñales.Y esta es la razón por la cual el pimentón local es único: hay que secarlo bien. Así, desde hace siglos hasta hoy, los frutos se llevan al secadero, donde se colocan en un emparrillado, bajo los cuales se quema la leña de roble y encina. El humo pasa a través de los huecos que dejan las tejas. Durante 10 a 15 días, se voltean manualmente con la horca de madera los montones de pimientos para garantizar la uniformidad de lo que le dará ese sabor ahumado único. Un trabajo titánico entre un denso humo y temperaturas de 45°a 50°.
Tras el proceso de secado y ahumado se retiran el pedúnculo y las semillas del pimiento antes de cribarse en el tamiz y pasar por los molinos. Se tritura tres o cuatro veces, el tiempo que tardan en romperse todas las moléculas y eliminar la grasa. La etapa final del proceso antes del enlatado pasa por la molienda de piedra, gracias a la cual el polvo mantendrá hasta su consumo un apreciado color rojo anaranjado. Hoy en día el pimentón se muele de forma industrial. Aunque en Madrigal, el pueblo más oriental de la comarca, aun se muele con el método tradicional con el último molino de agua en funcionamiento. Situado junto a la iglesia, la fabrica «El Molino de Gredos» conserva dos juegos de piedra de granito de metro y medio de diámetro y 40 centímetros de espesor, que datan del siglo XIX.
En Jaraíz, en el museo del pimentón podemos comprobar por qué -además de por sus características naturales- han florecido aquí estas semillas originarias de Bolivia y Perú. En 1493, al final de su tercer viaje, Cristóbal Colón intentó en vano convencer a la reina Isabel la Católica del interés de este fruto rojo. Pero fueron los monjes Jerónimos del monasterio de Yuste los primeros en cultivarlo en estas tierras y darse cuenta de que aparte de sus propiedades medicinales, podía emplearse para condimentar embutidos. Desde el siglo XVII, es su principal uso.
Dulce, picante, agridulce, la comida tradicional de la Vera se impregna con este sabor embriagador del pimentón y no hay restaurante en la comarca que no lo incorpore a sus platos: caldereta, migas, picadillo, y como no, las “patatas revolconas”.
Museo del pimentón
Jaraiz de la Vera
Tel: 927 46 08 10